Las pasadas vacaciones de Semana Santa nos pasamos por el valle de Ordesa para preparar un posible ascenso al Monte Perdido en julio.
Se trata de subirlo por la normal desde el refugio de Goriz pero en nuestro caso tenemos un handicap que hace la excursión un poco más interesante: la Orhy (nuestra perra).
Con ella se hace imposible pernoctar en el refugio, por lo que haremos un vivac cerca del mismo y para llegar hasta allí tenemos que ascender por el paso conocido como las Clavijas de Soaso junto a la famosa cascada de Cola de Caballo. No es una trepada excesivamente complicada, sobre un tercer grado superior en el punto más peliagudo y además está equipada con varias clavijas y cadenas que lo hacen muy cómodo, pero los movimientos son demasiado amplios para la perra en algunas zonas y el "patio" (sensacion de vacio) es importante.
Total que decidimos acercarnos por allí para estudiar el tema y hacer alguna prueba antes de empezar con la planificación en serio.
(Tengo que reconocer que un poco más a la derecha de las clavijas hay un paso para evitarlas por un senda que sube en zigzag hasta la misma cornisa, pero es bastante menos interesante.)
La idea original era llegar hasta la Cola de Caballo por la senda de los cazadores, pero estaba cerrada por acumulación de nieve y al final subimos por el camino normal siguiendo el curso del río Arazas.
La jornada comenzó a una hora tardía puesto que un parte del tiempo muy pesimista había anunciado tormentas. Al final comprobamos que se había equivocado y a mediodía salimos hacia allí desde el pueblo de Torla.
Dejamos el coche en un abarrotado parking y nos encaminamos por una senda con, a ratos, una nieve muy pisada que la hacía muy resbaladiza. Según se iba empinando el camino aumentaba la nieve, mejoraba su calidad y disminuía la presencia de visitantes familiares, todo en directa proporción.
Una vez superado el hayedo llegamos a la zona de las gradas de Soaso en la parte baja de la zona más despejada del valle glaciar, con sus característicos saltos del río Arazas.
Seguimos remontando el valle hacia el circo de Soaso ya claramente encabezado por las tres Sorores: El Cilindro de Marboré, el Perdido y el Añisclo.
Cuando llegamos al final (en realidad el principio) del circo redescubrimos la Cola de Caballo, majestuosa cascada siempre rodeada de visitantes en su base.
Más a su derecha sobre la aparentemente inexpugnable pared de roca calcarea se intuye una linea de fractura por la que según nos acercamos comprobamos que se puede superar el resalte rocoso.
Equipada inicialmente con clavijas insertadas en la roca, hoy en día también cuenta con una cadena por casi todo el recorrido asegurada mediante plaquetas y anclajes químicos, que recuerda a una vía ferrata.
La Orhy subió sin ningún problema excepto en un paso muy amplio para su cuerpo, donde le ayudamos un poco. Protestó un poco al principio, pero como siempre terminó calentándose y subió y bajó varias veces por su impaciencia entre que ella subía y nosotros llegábamos.
Finalmente superamos las clavijas y nos paseamos por la cornisa para admirar el paisaje.
Decidimos volver puesto que se nos había hecho un poco tarde y no tenía sentido acercarnos al refugio (una hora más, aproximadamente). No queríamos que se nos hiciera de noche durante la vuelta porque la temperatura había bajado mucho y era bastante desagradable.
Volvimos a pasar por las clavijas y en este caso la Orhy bajó como una exalación ahora que ya conocía el camino. Nosotros fuimos un poco más lentos…
Conseguimos llegar a la zona boscosa a pasos forzados aunque con frío, con unas botas bastante trilladas que dejaban pasar el agua y que estaban disfrutando de la penúltima excursión de su larga y sufrida vida.
Como habeis podido ver completamos una sencilla excursión (se endurece notablemente con nieve, como todas) muy divertida y amena con la gracia de trepar un poquito.
Si has llegado hasta aquí viendo las fotos (y no digamos leyendo el texto) muchas gracias por tu atención
Un saludo