Nuestro viaje a los Alpes comenzó por Francia, exactamente por Chamonix. Es un pueblo de unos 10.000 habitantes que vive de cara a sus estaciones de esquí en invierno y a las actividades de montaña tales como el senderismo, alpinismo o escalada en verano.
Uno de los paseos montañeros más frecuentado es el del Lac Blanc. Comienza desde la estación de teleférico de Flegere, a la que hemos llegado desde el poblado de Les Praz unos 800m más abajo. Estos teleféricos, telecabinas y trenes de cremallera de Chamonix son una excelente manera de comenzar las rutas a gran altitud para poder aprovechar mejor el tiempo. En Invierno se utilizan para llegar a las estaciones de esquí, a las zonas de telesillas.
La Flegere se encuentra en el valle, frente al macizo del Mont Blanc la gran estrella de la región, aunque este día las nubes todavía nos lo ocultaban.
El sendero está perfectamente marcado al principio y enseguida gana algo de altura hasta unos 2000m. Sin embargo es cómodo y desde primeras horas nos cruzamos con otros turistas con los que compartimos destino.
Nosotros decidimos variar algo la ruta habitual ganando más altura al principio hasta cortar otro camino conocido como Balcón Sur proveniente de otra estación de teleférico más lejana (este año esta parada por obras), pero incluso de esta manera la presencia humana era importante.
En esta parte el recorrido era muy montañero y las nubes ya habían levantado lo suficiente para dejarnos ver algo del Mont Blanc, el techo de Europa con sus 4.810m, y el estupendo Glaciar de Bosson.
Enseguida entramos en la reserva natural de las Agujas Rojas (por eso no veis a la Orhy en las fotos, está prohibido).
Aquí el camino se hacía aun más bonito con algunos persistentes neverillos.
Algunos de los hitos (cairns, en francés) que indican el camino son un poquito exagerados cosas de los turistas.
En unas 3h llegamos al lago inferior, muy bonito, con una antigua cabaña cerrada y un ¡restaurante! al lado, aunque en la imagen no se ve.
Allí nos hicimos alguna fotillo típica de "guiris".
Sin embargo la gran estrella es el lago superior, estaba precioso con algunos restos de hielo flotando en el.
Allí comimos y nos cruzamos con algunos montañeros que venían de las cimas cercanas.
Después comenzamos el suave descenso que nos llevaría de vuelta a la furgoneta en un par de horas aproximadamente, con unas estupendas vistas del glaciar de Argentiere.
A mitad de camino paramos para sacar esta panorámica que intenta reflejar la magnitud de tan impresionante paisaje, 5 glaciares descendiendo al valle de Chamonix.
Creo que merece la pena ver la pano en grande para "navegar" por ella.
Esto fue todo, una bonita excursión de media jornada y accesible para cualquiera con todos los ingredientes básicos que se precian: algún neverillo, un poco de desnivel, vistas impresionantes y un lago para almorzar.
Un saludo